“Iba atravesando la ciudad,
cuando de pronto, dejé de mirar,
entonces vi,
entonces sentí,
entonces me vi…
Abrumado de ver rojos rostros adustos,
con cicatrizada mueca de sufrir,
montados en amalgamados cuerpos, sudados,
gobernados por agobiadas mentes,
cansadas de no sentir.
Abrumado de ver enlatados seres
pululando en el tráfico
de una ciudad ardiendo,
apurados por llegar a ningún lugar
en la oscuridad del día.
No era más que otro día
en que paseando entre las llamas
en diabólico camuflaje, alerta,
siempre buscando, reconocer,
por fin alguien que no fuera infierno…”
por Leonardo Riccieri ©
Inspirado en el final del libro
“Ciudades Invisibles” de Italo Calvino
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